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Cuentos centenarios que fueron un filón para las ilustraciones

Periodista:
Mora Cordeu
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El libro "Los cuentos de los hermanos Grimm", publicado por Taschen incluye, entre otros, los tradicionales relatos de "El lobo y los siete cabritillos", "Los tres pelos de oro del diablo", "El zapatero y los duendes", "Pulgarcito", "La bella durmiente", Blancanieves", "La niña de los gansos", "El gato con botas" y "La llave de oro".


Aunque el libro de recopilaciones se llamó "Cuentos de niños y del hogar" al principio los Grimm no tenían intención de dirigirse a un público infantil, pero se dieron cuenta de la fascinación que ejercían esas historias en los más pequeños y empezaron a eliminar el contenido menos adecuado para sus potenciales lectores más jóvenes.


Los cuentos de este libro se basan en aquella última edición para todos los públicos, aparecida en 1857, que tiene todos los cambios efectuados por los hermanos.


Y pone el acento en mostrar un aspecto al cual los Grimm daban mucha importancia: la parte visual, una actividad artística sin precedentes que irrumpió no sólo en Alemania, sino en America del Norte y Europa.


Con el desarrollo de la litografía y otras tecnologías de impresión, artistas de todas partes encontraron un filón en los cuentos con princesas, animales humanizados, enanos y brujas. Y se creó una ajustada interacción entre el texto y la imagen que hizo eclosión en el siglo XIX.


"La literatura infantil -se apunta en la introducción- ya había existido en los siglos precedentes, pero en general era una literatura pedagógica, con mensaje moral, sin ilustraciones y sólo accesible a las clases altas" y los nuevos textos cambiaron el género de manera definitiva.


Un nuevo enfoque ofrece este libro con la presentación en orden cronológico en que aparecieron por primera vez los cuentos más famosos, con una cuidada selección de fantásticas ilustraciones.


Están representados algunos de los artistas más influyentes de entre las décadas de 1820 y 1950 -cuando empezaron a ponerse de moda los cuentos de ficción creados por autores-ilustradores o equipos de autores e ilustradores.


"Al reunir tendencias que van desde el romanticismo hasta los primeros dibujos cómicos, pasando por el art déco, la obra brinda una visión de las evoluciones artísticas cuya influencia perdura hoy día, ya sea en libros, películas, dibujos animados o videojuegos", analiza el editor Noel Daniel.


Entre otros ilustradores presentes con sus dibujos en el libro, figuran Arthur Rackham, uno de los más influyentes artistas de principios del siglo XX y que creó fascinantes dibujos y siluetas para los cuentos de los Grimm. Otro fue el danés Kay Nielsen, quien también trabajó en la película "Fantasía" (1940) de Disney.


"Fue precisamente Disney quien, en 1937, estrenó el primer largometraje de animación, "Blancanieves y los siete enanitos", y que contó con la participación de Gustaf Tenggren, el artistas estadounidense de origen sueco que ilustra dos cuentos de este libro.


En 2005 los cuentos de los hermanos Grimm se incluyeron en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco, iniciativa destinada a salvaguardar documentos relevantes para la historia de la humanidad.


Mientras que la mayoría de las versiones en circulación de los cuentos son adaptaciones, estas traducciones -realizadas por María Antonia Seijo Castroviejo y Nuria Caminero Arranz- se mantiene fieles a los originales, sin abreviar.


Se han conservado incluso los ocasionales episodios violentos, como el final de "La Cenicienta" (donde dos palomas le arrancan los ojos a las hermanastras cuando la Cenicienta se casa con el príncipe) o "Blancanieves" (en el que la madrastra muere con unas sandalias de hierro, bailando sobre el fuego).


Con las ilustraciones elegidas, el editor descubrió también "hermosos álbumes de siluetas de los cuentos" y decidió intercalarlas a fin de enriquecer las historias.


"Las siluetas de los cuentos cuya confección requiere solo papel y unas tijeras o quizá un cúter, ocupan un lugar destacado en la historia de las artes visuales y la animación de los siglos XIX y XX", explica.


"Son un recordatorio -afirma el editor- de cómo los artistas contribuían al paisaje visual con formas sencillas (...). Emparentadas con el teatro de sombras y la linterna mágina, las siluetas reflejan la esencia del juego de sombras y la transfiguración, elementos que se encuentran en el corazón dramatúrgico de los cuentos".

 

© Mora Cordeu, Agencia TELAM