De las primeras pinturas cargadas de melancolía a las obras de sus últimos años bajo el sol meridional de Arles.
"Este hombre o se volverá loco o nos dejará a todos muy atrás", profetizó el gran impresionista Camille Pissarro. Se refería a Vincent van Gogh (1853-1890), el hijo de un vicario nacido en Groot-Zundert, cerca de Breda (Holanda), que en aquel momento luchaba por conseguir compradores para sus obras. De hecho Van Gogh llegó al límite de la locura, pero está considerado como uno de los grandes artistas modernos.
Van Gogh, que desempeñó una gran variedad de profesiones antes de convertirse en artista, fue un hombre solitario, desesperado y autodestructivo durante toda su vida. Su mejor amigo fue su hermano Theo que siempre le apoyó sin reservas y le siguió a la tumba sólo seis meses más tarde.
Este estudio de dos especialistas en Van Gogh, ricamente ilustrado, sigue los pasos del artista desde las primeras pinturas cargadas de melancolía, en las que captaba la miseria de campesinos y obreros en su lugar de origen, a través de las brillantes y coloristas pinturas que hizo en París, hasta la obra de sus últimos años bajo el sol meridional de Arles, donde por fin encontró la luz que determinó el inconfundible estilo de Van Gogh.
En Arles, Saint-Rémy y Auvers-sur-Oise, en el febril arrebato de energía creativa de los últimos dos años y medio de su vida, Van Gogh realizó las cuatrocientas sesenta y tres obras que le han dado la inmortalidad. Durante toda su vida buscó con ansia el reconocimiento público, gracia que le fue negada hasta después de su suicidio. Hoy está considerado universalmente como uno de los grandes precursores de la pintura del siglo XX y uno de los maestros trágicos del arte.
